Si nos creemos más fuertes, más bondadosos, más humildes, más luchadores, más sanos, más sabios o más 'algo' que nuestros compañeros o amigos, sólo tendremos relaciones superficiales... ahí nos manejamos con el ego... debemos recordar que nadie es mejor que nadie...
Puede resultar díficil reconocer nuestros propios errores pero hay que hacer el esfuerzo, tener el valor y la honestidad con nosotros mismos y con los demás...
La verdadera humildad viene del alma, no del ego.
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